Tan solo seremos libres, cuando no tengamos nada más que perder.

28 enero 2014

Invierno.



Rascas y es imposible, su rostro encajaba los pasos en silencio y el vaho hacía de incógnita.
Saldrás del cascarón de legañas y capa de hielo -dijo sin pensar en el deshielo-
Ya era tarde no tenía sueño, pero sí un peso dentro del cuerpo, una duda que dependiendo de la postura un miedo o una posibilidad.
Nadie fue tajante: renunciar es renunciar. Esa teoría es mía, pero siempre la olvidé, igual que olvidé que debía de olvidar el arte conocido para encontrarme con el verdadero arte, aquel que no necesita público.
Poco a poco deja de escuchar su pensamiento y sus omóplatos se convierten en arena hasta hacer tambalear las clavículas y los humeros. Ya no hay ningún humano en su cabeza.
Seguía haciendo frío, no habían cenado. A cada uno de ellos los ojos del contrario le resultaban demasiados hambrientos. Prefirieron cerrarlos.

Si un día no puedo volver, no sabrán encontrarme.