Tan solo seremos libres, cuando no tengamos nada más que perder.

04 diciembre 2013

Que viva la guerra

Por supuesto había una guerra. Que se alargaba. Que comía las heridas. Y que ya había dejado rotos a su alrededor. Pero aquella noticia cayó como un jarro de agua fría sobre nuestra pequeña cristalera. Bebíamos del silencio y el sol no se atrevía a asomarse, menuda tregua de mierda (decías en mudez).
Todo aquello hizo forzar la puerta y que se cerrara herméticamente por dentro, y después...después, nada.

- No, creo que no.
-¿ni siquiera un poco?
-Puede, no lo sé ¿Cómo voy a saberlo?
-Yo sí voy a sufrir, eso seguro. Ya ha empezado. 

Dijo mientras miraba ese cadáver, mientras se le estremecía la paciencia y el tiempo volvía hacer de las suyas