Tan solo seremos libres, cuando no tengamos nada más que perder.

19 marzo 2012

Alas al colchón.

Pum pum pum, 
retumbaba toda la cama,
pum pum pum 
cada vez más fuerte,
cada vez más cercano,
cada vez más agitado.
Aquella agitación acelerada que te llega a la calma de su existencia, de que esta ahí y que nada por ahora lo moverá.
Pum pum pum y no paraba de sonar,
 no paraba de retumbar aquellos corazones al mismo compás.
La madrugada había llegado demasiado rápido y en un par de horas todo aquello acababa para empezar con sus vidas, el fin de semana había sido erosionado por el tranquilo latir de las horas (pum pum pum) y tenían que volver a la realidad de las semanas con horarios prefijados.

Pum pum pum

Quedaba apenas unos minutos para que el latir de sus corazones se convirtiese en el estruendo pitido del despertador que lo despertara de aquel eterno sueño.
La luz se estaba apoderando de la habitación ya no había intimidad, los pájaros sonaban cada vez más fuertes y mas lejanos, amanecía y todo aquello hacia demasiado ruido, tanto que les llegaba a molestar. Pero ellos aún intentaban inhalar los últimos segundos con respiraciones entrecortadas y sonrisas sin risas, haciéndose creer que eso no tendría fin, que hacían un duelo con el tiempo y siempre ganaban.
La realidad no tiene treguas, y cayó como la gravedad que nunca falla y volvieron a convertirse en dos y volvieron a no latir, volvieron a coger aquel oxigeno con demasiada polución para poder aguantar hasta el viernes siguiente.




Ya dejó de sonar pum...pu...p...